Combinación de los colores de los lambrequines
Los escudos son acompañados como decoración externa por hojas de acanto estilizadas según el antojo de cada dibujante o Rey de Armas y cuyos colores son los que componen mayoritariamente la superficie del escudo, siendo la parte delantera de las hojas de un esmalte o color principal presente en el escudo y el reverso de ellas, de uno de los dos metales que deberían estar siempre presentes en el escudo. En numerosas ocasiones y contrariamente a las normas heráldicas, falta esa combinación de color y metal. Por defecto hemos incluido la plata en caso de ausencia de metal en el escudo.
Se acompaña con un yelmo en su parte central superior, generalmente con penacho abundante de plumas, que se usaba más como protección contra el calor del sol sobre el metal del casco que como tal adorno.
El yelmo debe mirar siempre al lado diestro del escudo, salvo el del Rey y el Príncipe que deben mirar al frente. Existe también el que debe mirar al lado siniestro del escudo cuando indica bastardía. No se da este último caso en ninguno de nuestros escudos por ahora.
Son excepción de estos lambrequines algunos escudos pertenecientes a órdenes eclesiásticas, que llevan como adorno el capelo cardenalicio en lugar del yelmo y está borlado a ambos lados en forma de pirámide colgante del citado capelo y descendiente a cada costado del escudo, en número de borlas que varía según el cargo dentro de la jerarquía eclesiástica. Portan entre una y cinco filas de borlas por cada uno de los costados. Valga como ejemplo el escudo de Sánchez de Ochandiano